Quiero, no quiero, quiero, no quiero… ser paciente. Pero me ha tocado enfrentarme a la realidad cuando me siento a escribir.
Todo requiere de paciencia. Muchas veces me siento frente a la laptop esperando avanzar como “Flash”, o tirarme sobre el sillón y poner mis dedos sobre el teclado. Escribir párrafos, páginas tras páginas, y hasta capítulos; pero no siempre pasa así, más bien casi nunca sucede. Por lo menos para mí. ¡Felicito a quienes se les hace fácil! No es mi caso.
Acostado en mi cama pienso sobre como avanzo tal escena o cual es el diálogo coherente para esta otra. Busco, busco y nada fluye. Me frustro y a veces hasta me pongo de malhumor, lo admito. Pero se me pasa rápido. Creo…
Escribir un libro para niños toma tiempo y concentración. Para mi requiere preparación mental, evitar distracciones; y por distracciones me refiero a la TV, al teléfono, redes sociales, a todo. Me funciona intentar estar en un lugar tranquilo, que me transmita paz, cero ruidos. Por lo menos para arrancar bien. Si después deseo colocar algo de música, lo hago, pero música de meditación o instrumental; crear un ambiente que me permita fluir, esa es la idea. ¿Una vela quizás? ¿No? OK.
En estos últimos meses he estado enfocado en mi primera novela corta (Jericó y la Puerta Escondida – Literatura infantil pronto a la venta en AMAZON) Y he experimentado impaciencia en sus variadas formas. No me malinterpretes, escribir esta historia ha sido entretenido y un verdadero reto, pero también ha habido momentos de frustración; he rememorado mi niñez, he puesto a prueba mi imaginación y el trabajar con otras personas. Si bien es cierto escribir la novela es un proceso individual, si la escribes tú solo, pero después es un trabajo en equipo, ya que requieres de la guía y apoyo de expertos en edición, diseño, diagramación, mercadeo, etc. Si es que no sabes nada del tema, como fue mi caso. En otro artículo les contaré mi experiencia con eso.
Sentarse frente a ese documento en blanco de Word da algo de miedo. ¿Cómo empezar? A eso súmale tus propias expectativas y los muchos “debo” en sus diversas conjugaciones: Debo escribir bien, debo ser original, debe gustarle a niños entre 8 y 12 años (Middle Grade, en inglés), y a papá y mamá también, debo hacerlo mejor, debí haber escrito más, debo usar otras palabras y verbos de acción, debe fluir, etc. Luego también escribiré sobre las expectativas que tenemos sobre nosotros mismos.
Pero bueno, ante toda esa avalancha de expectativas y “debos”, esta vez quiero enfocarme en qué tenemos que ser pacientes para todo lo que nos proponemos. Escribir es un proceso y crecemos cada vez que lo hacemos. Es como si fuera un videojuego en el que subimos al próximo nivel cuando aprendemos y nos hacemos mejores. Quizás no lo notemos de inmediato, y está bien; lo importante es no dejar de hacerlo. Si comparo mi manera de escribir ahora a la forma en que escribía hace cinco años atrás me digo: ¡Jirac, has mejorado! Lo juro, me doy cuenta de que he crecido. Y ni se diga si la comparo a lo que escribí hace once años atrás. Esto me demuestra que el crecimiento toma tiempo. Mejorar toma tiempo, perfeccionar nuestro estilo toma tiempo, encontrar nuestra voz toma tiempo. Pero sin duda todo ese tiempo es necesario, forma parte de la aventura; incluyendo los errores y lo que aprendemos de ellos. Y sí, hay que ser pacientes para que el crecimiento ocurra, aunque a veces no me guste, aunque quisiera ser la mejor versión de mí mismo ya, no mañana, ¡ya!
El silencio, la música de meditación, las velas (OK, las velas no) todo eso me ha ayudado para nivelarme. Pero sé que al final del día depende de mí. Y del “por qué” lo hago. Por qué escribo. Al jugar con los recuerdos y crear de la nada un cuento entretenido y fantástico para Jericó y sus amigos, me reconozco, experimento un reencuentro conmigo mismo y deseo compartir aquello con todo el mundo. Que divertido es contar historias infantiles y juveniles, vivirlas y entretener a otros mediante la lectura, después de todo cuando leemos crecemos. Qué maravilloso es redescubrirte una y otra vez, a través de ellas, como escritor o lector.
Sé que aún faltan más cosas por explorar y seguiré retándome para pensar en nuevas formas, fuera de la caja, como se dice. Y me encanta. Escribir cuentos o historias de fantasía para niños y adolescentes me permite hacer eso, atreverme y jugar. Y debo (¡Ey! Otro debo para la lista) ser paciente, disfrutar el viaje, los días buenos y los no tan buenos. Después de todo mi “por qué” me mueve y escribir cuentos es divertido. ¡Ah! Y mis historias tienen monstruos, así que sé que le gustarán a todos.
Esta es mi experiencia, me encantaría saber la tuya. ¡Comparte conmigo cómo ha sido tu proceso trabajando en eso que te apasiona!